sábado, 6 de febrero de 2016

poema 1

El coágulo en el pulmón como un huésped insufrible.

Noche antigua y fría, salida del congelador.

La sangre es un copo de nieve quemante que asfixia.

Y la vida espantada se viene encima de mi como

sábana de hospital.

Casi estoy muerto con mi careta de oxigeno

dos niños invisibles me tocan los pies,

un viejo se traga sus propios gargajos.

En el asilo de la muerte entran niños, mujeres,

espíritus y médicos;

uno es de ellos, la firma es obligada.

Y luego esa bata impersonal, transparente camisa de fuerza.

Sondas y tubos, brazos apuñalados,

amoratados: mis alas rotas ya no se agitan.

Una enfermera loca insiste en dejar abierta la puerta

de mi cuarto íntimo, privado, humano.

La soledad y la muerte son una a las tres de la mañana.

¿En qué otro lugar podría estar?

Aquí me puso la vida y no hay lugar mas perfecto.

JC.










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