martes, 24 de septiembre de 2019


Amanecí el día en estado blue,
no llorando, ni triste: henchido
de una divina nostalgia.

¿Qué si no éste sentir extraño,
indescifrable, humanamente
intrínseco?

Estado blue de cristal resistente
para la batalla de la vida que hemos
tramado previamente.

La mano izquierda, ésta, la mía, ha
quedado inútil como una flor perezosa,
y arde todo los meses en el fuego que

castiga la enfermedad que cargo.

Mi vida ha sido un blues de compases
constantes y sonoros; silencios en canto
contenidos.

¡Vámonos de la vida al limbo del blues!
¡Muramos para vivir una tregua!
¡Todo blues nos pertenece por ser humanos!

JC









 

lunes, 23 de septiembre de 2019

Puse la punta del pie en la poesía aceitosa  de Sylvia  Plath.
Pedazo de ébano en un bistec saladísimo  en la mesa de
lluvia y relampagos.
El ostión era un ojo abierto: un suicidio de hojarasca que
cesó su aliento.
Alma enfermiza, trémula.
Marea de aguas malas incendiaron
sus tejidos.
Y los órganos fallaban y fallaban, y no se echaban a
andar
en la vida.
La poesía es responsable:
Poesía asesina  de espita de gas
suicidio eterno.
Tardío reconocimiento a esta alma embrollada en sus
dudas.
Diosa en el Templo de las Compasiones:
No quedó mucho que matar más que un jirón de alma
salvaje hoy inolvidable.

JC

domingo, 22 de septiembre de 2019

Un disco de Willie Dixon se marea de tanta vuelta
en la tornamesa.
He querido que mi herida sangre lentamente en la
tarde.
Pude haber escogido otro oficio más alejado del
infierno, pero me estafó el destino en el casino del
poker, el tabaco y un atractivo vino.
El amor, en esos días, eran dos animales en una cama
decrépita, ruidosa; rota como la pared venosa de los
corazones tristes.
Cerrábamos los ojos después del orgasmo, y en el
cenicero de la noche, apagábamos el dolor de ser
desterrados, expatriados.
-
El escenario olía a blues, sexo y aserrín; y varias almas
cuchicheaban un lenguaje amargo, negro como la
gangrena.
Una plumilla entre los dientes para tocar con las yemas
de los dedos de la mano izquierda mi guitarra eléctrica,
sobre todo, en esos solos intensos que me hacían llorar
un oleaje imborrable de bravas mareas vivenciales en la
ciudad infertil, sin brisa marina que se me clavaba
como daga en el pecho.
Entré a un diminuto camerino a atemperarme con unos
tragos.
Temblaban mis piernas enfundadas en cuero negro,
sudaba.
Cuánto alcohol y mota toleraría el templo de mi sagrado
cuerpo:
lo supe delirios más tarde.
-
Odiosas noches en las que se desprendía mi espíritu y se
largaba al cosmos pinkfloydiano con sus constelaciones
 'purple haze', sus planetas parlantes, el danzón de multiversos,
y cobarde regresaba al cuerpo como un superman ante la
mortal kriptonita (entiéndase cocaina).
El terror narcisista de descubrir que no era inmortal;
que había creído con fe ciega en el dogma: "a mi no me
pasará un tren encima".
Pero, no existen las tardes ebrias, ni tequileras; los días
deprimentes, el ebrio tequilero y depresivo es uno mismo.
Tampoco los amigos traicioneros cuando uno los enseña a
traicionar:
"Compro parnas para no chupar solo, porque siento pánico
a la soledad".
-
Luz-oscuridad-y las navegaciones circundantes del verano.
No es tristeza lo que cargan las horas aciagas, es el blues
tocando las orillas del alma.
Es tu cuello en mi memoria y los labios besados resonando
lejos.
Tus dedos adelgazaban un cigarro y sonreía el humo en tu
boca.
Yo ebrio, intentaba tomar tu cintura  para bailar bajo el cielo
constelado.
Abolimos la pena de muerte de las ciudades para liberarnos
del insomnio y la pesadilla.
Ésa, nuestra noche, la última noche tejida por nuestro amor,
es hoy, la consideración de lo eterno.

JC

viernes, 20 de septiembre de 2019

Al profeta del nopal
                                                      Pre-historias

Éramos y estábamos Chac  Mool, Rockdrigo González con Qual y Real de Catorce (Roberto González al bajo, Fernando Ábrego  en la bataca y yo) en el gigante Palacio de los Deportes. Jorge Pantoja, amigo y promotor metidísimo en la cultura, nos había invitado siempre comprometido con los eventos juveniles; antes de entrarle a la tocada, Rockdrigo, Roberto y yo sacudíamos la  artritis nerviosa de la actuada  con unos pegues de mota, como me había recomendado mi carnala Julia Camargo. Jorge Reyes, cabeza de Chac Mool, subió al escenario con su garbo y prendidez ¡Ah, ese sonido de cristal que emanaba de la estratocaster de mi cuñado! Carlitos Alvarado y su síntesis cósmica en las teclas, me llevó a una espontánea alucinación que me pescó desprevenido (creo me prendían el cúmulo de ácidos con que había atascado mi torrente sanguíneo). Una hora y media y continuaba mi querido Rockdrigo y su Qual, con Fausto Arellín a la lira; al final, Real cerraba.
Un ángel de lente oscuro y chamarra de mezclilla, voló hacia el escenario; la banda expectante, lo ovacionó, el grupo Qual tocó una rúbrica y el ángel aventó su voz nasal a ese público para introducirlo en su mundo profético; de lenguaje sencillo que el más simple mortal mascaba, Rockdrigo González hablaba con su público pausadamente y explicaba de dónde salía tanta poesía universalmente filosofa y callejera. Roberto González y yo lo escuchábamos, introspectivos;  nos llevaba a sus hemisferios unidos, como los chamanes sabios de puerto y barriada; a su rancho eléctrico. Qual sonaba bastante bien, haciendo interludios entre fraseo y voz o unísono con la voz de Rockdrigo,  Fausto Arellín, soleaba rico la lira, conocía perfectamente lo que las rolas del profeta necesitaban; ,sonidos y matices hermanados a la lírica del Rockdrigo. La banda se clavaba literalmente y aplaudía con total asentimiento, pues esas rolas  le metían mano al pecho y le  masajeaban las razones de un corazón urbano que,  de soledad entiende mucho.
Crítico de voz rasposa y afinada; ingenio e inteligencia,  excelente "coplista huapantanguero, anti- intelectual", sarcástico, tocaba en  el Wendy's Pub de Insurgentes;  así, con una guitarra de palo  y un arnés que sujetaba la imprescindible armónica, se presentaba asiduamente. Recuerdo que cuando lo escuché por vez primera, me sucedió lo mismo que cuando oí a Jaime López: me enamoré de su talento. Nunca he envidiado el talento de los demás, muy al contrario, me resulta inspirador. 
Era ya la última rola del que bautizarían después como "el profeta del nopal"  (en la prehistoria del que hoy llaman "canto rupestre"), concepto muy atinado puesto a los compositores que entrábamos desnudos a escena con una simple guitarra de palo y en el caso de Rockdrigo,  el de Jaime y el mío, con una armónica sujeta en un arnés.  Ya abajo de aquel templete, Roberto y yo le dimos un fuerte abrazo al Rockdrigo y al Fausto, contentos por su rotundo éxito,  "¡Vientos carnales!", dijimos con abierta franqueza, producto de nuestra liviandad de espíritu. Del gran Roberto González,  personajazo; tremendo compositor y amado amigo mío, escribiré en su momento, pero aseguro que para mi es un genio.
El Palacio de los "rebotes" aulló cuando de mi inhalación profunda manó un largo  y poderoso  bending; Real había tomado puerto.

Blues y Luz
José Cruz.  19 Septiembre.

jueves, 19 de septiembre de 2019


Del estilo Dylanezco de la armónica de mi querido Rockdrigo
Gonzáles, más los profundos y largos "bendings" del
instrumento aerófono, curtido en la negritud de mi alma,
surgió un llanto que desveló los arcanos de la vida y la muerte.
Así sucede con los poetas malditos en las sociedad o países
prestos a calificarlos de "locos" por mera incomodidad  y molestia.
El destino de los visionarios es duro y harto difícil en todas las épocas.
Digo visionario e incluso vidente y transgresor de las pequeñas
y ridículas dimensiones del alma ordinaria.
Rockdrigo  batalló contra el desdén y el plagio; la marginación
malidicente de "los Loras y secuases"; contra la cerrazón y agandalle de
los espacios culturales, en sus inicios.
Y se sobrepuso a estos gracias a su brutal talento, y sobre todo,
al amor y labor de su hermana VeVa;
"La Veva" como muchos le decimos de cariño, amor admiración y
respeto.
Por esto, el llanto transmuta a dicha y gozo por haberlo conocido.

In memoriam
Rockdrigo Gonzáles.

José Cruz.


 

lunes, 16 de septiembre de 2019

^

Sentarse en el cielo (una nube en forma de silla);
la mente condensada pronto llueve sobre tu yo
agazapado.
Arriba es realmente abajo y tus zapatos están
desacordados. No, como loco, si como loco.
Tú eres el infierno, (todo pecador lo dice).
Se deshace  en serpientes, tu cabello repta
en el yermo de los sueños mundanos.
Y ¡mírate orando! ¡óyete  resoplando!
Eras (fuiste) el marido de todas, la esposa de todas.
Ahora, en el fango de este presente: tú vestido de flores
 y las medias, colgando en el clóset.

JC

domingo, 15 de septiembre de 2019


"Tres citas incumplidas con la muerte".

Después del documental  "José cruz , a diez metros
del infierno",
del cieneasta, Leobardo Jacob Lechuga, y del libro
biográfico, "Voy a morir', del escritor y periodista,
Juan Pablo Proal, continúa: "Tres Citas incumplidas con
la muerte", ahora en etapa de creación.

A partir de la tremenda experiencia de haber compuesto
las canciones del "Voy a morir", siguió una etapa más densa
 en mi salud (como si repitiera hasta el cansancio ese fúnebre mantra: "Voy a morir".),
pero no, no fue así:
una forma de enfrentar el deterioro de los órganos de este
cuerpo,
 y su inminente disfunción y cercanía con la muerte, fue
meditar sobre ésta como un ejercicio de liberación de las
carnes y su desapego: "nunca la Martirología de Cruz", con
la que algunos fans se burlaban.
Trabajo en ello mientras doy talleres y conciertos gracias a las
impostergables terapias y este corazón inquieto, que está en la lucha.

Blues y luz.
José Cruz.




"Tres citas incumplidas con la muerte".

Después del documental  "José cruz , a diez metros del infierno",
del cieneasta, Leobardo Jacob Lechuga, y del libro biográfico, "Voy
 a morir, del escritor y periodista, Juan Pablo Proal, continúa: "Tres Citas incumplidas con la muerte", ahora en etapa de creación.

A partir de la tremenda experiencia de haber compuesto las canciones del "Voy a morir", siguió una etapa más densa en mi salud (como si repitiera hasta el cansancio ese fúnebre mantra: "Voy a morir".),
pero no, no fue así:
una forma de enfrentar el deterioro de los órganos de este cuerpo,
 y su inminente disfunción y cercanía con la muerte, fue meditar sobre ésta como un ejercicio de liberación de las carnes y su desapego: "nunca la Martirología de Cruz", con la que algunos fans se burlaban.
Trabajo en ello mientras doy talleres y conciertos gracias a las
impostergables terapias y este corazón inquieto, que está en la lucha.

Blues y luz.

José Cruz.



sábado, 14 de septiembre de 2019


Llueve,
             ,

               ,

               ,
       
               I
           
                 I

                   I

                       II

                         III

                              III

                                  III

                                      IIII
                                            IIIIII...
JC

viernes, 6 de septiembre de 2019

Reparar.

No un auto inservible.
Ni siquiera la chapa de la puerta.
Reparar todo lo que dañaste.
Sin pretextos ni mentiras "buenas".
¿En qué te haz convertido por no perdonar?
El dolor sigue ahí, inamovible, soterrado,
creciendo como un monstruo  devorador de
energía que tú alimentas inconscientemente.
Enmendar el daño causado exige de honestidad
contigo mismo; es un ejercicio difícil porque ni
siquiera lo haz considerado importante en tu
vida.

JC

miércoles, 4 de septiembre de 2019

Infarta a la noche su propia oscuridad.
Ese tejido 'Oro negro' es nuestra humanidad
más franca, irremediablemente,sombría.
Inventamos la noche cuando sólo día había.
Es nuestra maldad, esa que negamos, según,
para ser felices porque vivir es una molestia.
El mismo respirar es fastidio.
La noche fue nuestra primera víctima.
También
Los asesinatos
son nuestros.

JC





martes, 3 de septiembre de 2019


Dias, tardes, noches en el núcleo de la viscosa soledad.
El tejado es el mismo: bloques esponjosos de nubes grises
y sucias.
Ya es común que el sol arroje sus flemas que derriten los
rostros, los brazos como masilla.
Bronceado gratuito es un decir: de cáncer de piel, y del alma,
ni hablamos.
A veces, lo único que sé hacer, es soplar mi armónica y agitar
a los  perros para que aúllen toda la maldita madrugada.
(he visto arder sus ojos rojos de lobo primitivo, y hermanarse
con la manada de las azoteas contenidos por cercos de poderoso
hierro.)
Vivo al día en una casa que no es mía: vivo la futura muerte que
juega a ser de juguete.
Pero cuando oigo la voz de este cuerpo, siento la húmeda tierra
negra cerca, muy cerca.
¿Que ya viví lo suficiente para que la hacienda me arrebate el sostén
de la cuenta bancaria mordisqueada por los impuestos?
¡Entendí, hace unos ratos, el cobro de uso de suelo por ocupar este
espacio vital!

¡Un tanque de Prana, pero ya!

Yo que mordisqueé los cartílagos de los ángeles; yo que me hice
un caldo  de pellejo de Diablo, no vomité  la suficiente santidad y
me intoxiqué con una insignificante briznita  azufrosa.

"Cada momento de vértigo es un pequeño infarto cerebral ";
cuando el médico te sorraja esa sentencia, un silencio negro se
teje solo en tus labios y enmudeces por años.
Por esto escribo con los labios dormidos y...
no me queda más que,
cerrar los ayeres y los ojos y esperar.

JC