La visita
¡Qué brillantes barcos negros en los cielos!
Sacuden las aguas espuma de nubes vigorosas.
Empieza a llover a cántaros sobre la ciudad.
Los espíritus ocultos a nuestros ojos ciegos
nos miran piadosos.
Los recién muertos son ignorados por el santo
heredero de los poderes mundanos más insanos,
más perversos,
Pasea las calles de los pobres sin multiplicar el pan,
sin aparecer monedas en el pez.
Ha intercambiado el manifiesto sagrado por un pacto
político.
No curará al hijo de un funcionario real ni a la suegra de
Pedro.
El sirviente del Centurión morirá, el endemoniado de Capernuam,
será poseso.
La mujer encorvada por espíritu inmundo lucirá atuendos blancos
como sus lascivos pecados.
Los Santos luminosos yacen en fosas comunes.
Son quienes claman justicia divina; quienes ansían los cuerpos de sus
hijos muertos.
Pero esta ciudad es la nueva Roma y sus gobernantes, los emperadores
imperiales.
JC.
La visita
¡Qué brillantes barcos negros en los cielos!
Sacuden las aguas espuma de nubes vigorosas.
Empieza a llover a cántaros sobre la ciudad.
Los espíritus ocultos a nuestros ojos ciegos
nos miran piadosos.
Los recién muertos son ignorados por el santo
heredero de los poderes mundanos más insanos,
más perversos,
Pasea las calles de los pobres sin multiplicar el pan,
sin aparecer monedas en el pez.
Ha intercambiado el manifiesto sagrado por un pacto
político.
No curará al hijo de un funcionario real ni a la suegra de
Pedro.
El sirviente del Centurión morirá, el endemoniado de Capernuam,
será poseso.
La mujer encorvada por espíritu inmundo lucirá atuendos blancos
como sus lascivos pecados.
Los Santos luminosos yacen en fosas comunes.
Son quienes claman justicia divina; quienes ansían los cuerpos de sus
hijos muertos.
Pero esta ciudad es la nueva Roma y sus gobernantes, los emperadores
imperiales.
JC.
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