domingo, 7 de febrero de 2016

Hospital.


                                             Serenidad

Cuando hacer yoga se puso de moda llevaba yo más de 27 años meditando.
Al principio me dio gusto que la gente hiciera yoga, pero cuando platiqué con algunas yoguinis descubrí que solo practicaban Hatha Yoga, una de las 8 ramas del Ashtanga Yoga. Y que carecían del conocimiento completo sobre la importancia de la meditación, el pranayama y la contemplación. Tengo un maestro espiritual que me da enseñanzas profundas y prácticas. Al principio me resistí a tener un Guru; mi ego impedía la búsqueda espiritual, y mucho menos tener un guía : yo solo puedo llevar las riendas de mi vida (ignoraba que iba directo a un precipicio profundo y oscuro.) Militar en AA me abrió el camino de la transformación. Fue difícil salir de la jaula de conceptos en la que había vivido tantos años; en desaprender formas cíclicas y obsesivas de pensar. Meditaba yo un día y de pronto escuché que mi voz interior decía: "meditar es purificar la herramienta de tu mente, hazte amigo de ella",  asentí con la cabeza y abrí los ojos. Tomé nota enseguida. ¿Pero qué o como haría para que la mente fuera mi amiga? A los pocos segundos resonó la respuesta: "respira adecuadamente", exhalé e inhalé profundamente y volví a cerrar los ojos.
Un torrente de pensamientos surgió veloz, era como un río que arrastraba en su caudal, casas, deseos, ansiedades antiguas y miedos que había olvidado en un rincón remoto. Entonces recordé que debía repetir el Mantra que  me dio mi Guru para enfocarme y solo observar aquellos pensamientos "chatarra" y soltarlos por inútiles e inservibles en mi presente.
¡Ah, eso tenía que hacer para volverme amigo de mi mente! Una amplia sonrisa se dibujó en mi cara y sentí una paz interior que desconocía. Anteriormente permitía que mi mente divagara todo el día como una vagabunda sin casa y eso me atormentaba, pues ignoraba que un pensamiento CREA una EMOCIÓN de inmediato; y también descubrí que ¡YO ELEGÍA MIS PENSAMIENTOS CÍCLICAMENTE Y QUE NO ERA CONSCIENTE DE ESE HÁBITO PERNICIOSO!
Si quería preocuparme, pensaba en deudas, en fatalidades, en asuntos del pasado irresueltos; en fobias y pensamientos repulsivos.

"El hombre más rico de un pueblo sufría al pensar con quien debía casar a su hija única. Llegaban reyes y príncipes que ofrecían tierras, ganado, minas de oro y  sus más exquisitas pertenencias. El hombre del pueblo tardaba mucho en decidirse por uno y otro, se encerraba en su habitación a pensar en que sería lo más conveniente para él y su hermosa hija. Su mente se llenaba de dudas atroces: y si me equivoco y la caso con un monstruo que la metería a una mazmorra y la dejara morir de hambre; imaginó toda clase de males y torturas para su hija. La preocupación le quitaba el apetito, sufría de insomnio. Pasaron 3 años sin que él decidiera, y cuando salió a buscar a su hija esta se había casado con el joven más pobre del pueblo. El hombre enloqueció y fue confinado al manicomio del pueblo"
Ese es el poder de una mente desbocada sino se la controla.

Al principio me fue difícil meditar, me dejaba arrastrar por ese cauce y perdía mi enfoque en el Mantra. Me empeciné en respirar al vaivén de los latidos del corazón,
hasta que gracias a la disciplina, logré meditar 20 minutos sin distraerme.

Recién estuve en el hospital, aproveché para meditar y serenarme, pues el diagnóstico era y es grave. A las 7 de la mañana me despertaban para sacarme sangre que arrojarían los niveles de coagulación; me colocaron una máscara de oxígeno y pincharon más de 15 veces mis venas para introducirme suero y medicamentos.
Fue una gran lección yoguica; realice exhalaciones cuando me insertaban agujas gruesas y, antes de dormir, susurraba el Mantra para lograr la serenidad que tanto necesitaba.

JC.

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