jueves, 18 de febrero de 2016

Integrar.

                                      Moneda

La transformación de hombre es la transformación de su experiencia interior.
"Agitar la profundidad del mar mental y sus oscuros efluvios, implica un riesgo que no todos deciden tomar". Resulta peligroso encontrarse frente a frente con la fútil dependencia a las ataduras confortables. De primera mano conozco los infiernos que Celine describió en 'Viaje al fin de la noche', su densa novela. Practicar la locura insondable, sumergirse en la guerra contra uno mismo y perderla. Conocerse tal como uno es, en esa pavorosa desnudez de máscaras duele  demasiado. Descubrir el mal aliento de una boca farsante escupiendo mentira tras mentira; atreverse a ver el dolor del espejo enfrente resulta un acto suicida. Esta necrofilia duerme dentro de uno.

 Si tú llegaras a conocer la maquinaria de terremotos que te habita; la mancha negra sombría, pestilente, que posees, te volverías sabio o perverso; un renunciante o un hedonista presto a escribir su historia.
Cuando se es infame,  uno nunca amanece. No existe luz en el alma.
 ¿Cómo hice yo para no morir? Viví en la simulación, cree mi propia narrativa
mentirosa.

Sé cómo ser malo.

Con mi exquisita sensibilidad aprendí a hacer daño; a usar las palabras como
dagas filosas; cómo asesinar, cómo devorar.

¿No es así la maldad que nos gobierna?

Imposible ser neutral para existir: o se es o no se es.

Pero, ese pero que lastima tiene un límite, un fondo, un dolor incalculable: se reconoce uno en la terrible sombra. Nada anestesia el dolor de conocerse ruin, malo, nefasto, desequilibrado, ausente de luz.

Dentro moraba un niño herido, golpeado, moribundo, ultrajado, violado, forzado a ser bueno, limpio, obediente, callado y feliz...
Cada virtud se escondía en mi subterráneo: ser malo era más rentable: desconocía como ser bondadoso, eso era muy cursi.

La luz se me desveló un día. Había roto corazones a diestra y siniestra. No tenia
perdón.

Me metí al taller de reparación de las vidas destrozadas a buscar una madera más
resistente y a paso de hormiga, reconstruí el hormiguero que desmadré;

Si necesitaba perdón era el mío primero.

Si necesitaba compasión y no lástima, era aceptar esa sombra, abrazarla e

integrarla como mí creación.

Entonces luz y sombra se reconocieron como moneda de dos frentes, dos caras.

JC.





No hay comentarios:

Publicar un comentario