miércoles, 12 de agosto de 2015

FE

                                  Fe


Sé, en el fondo del corazón, que Dios existe; que su paraíso
existe, pero en mi interior.
Sé que la Biblia fue escrita con retazos de grandes
 textos sagrados de Medio Oriente (particularmente, la India).
"Una magnífica estrategia copista", diría Humberto
 Eco en 'El nombre de la rosa', su obra maestra.
Ese Libro Sagrado que Los Testigos de Jehová
estudian con mucha pasión para difundirlo cada
domingo a las 8 de la mañana sin compasión por
el prójimo.

Una ocasión los invité a pasar a mi humilde casa.
-Hola, mi nombre es Kiran: Luz del Ser, aclaré arrogante.
-Es usted muy amable, respondieron cortésmente mis visitas.
-Bueno, tomen asiento, ¿Gustan algo, té, café o agua, o un trozo
de pizza de anoche?
Ya sentados, empezó la letanía...
-Los interrumpo, dije; ¿Saben que Jesús o Jehová fueron Siddha
Gurus?
-No, señor ¿pero usted lee la Biblia?
-La he leído, cómo no, y añadí: también El Pratyabhiña-Hrdayam.
Se quedaron atónitos... Un silencio incómodo prevaleció entonces.
-Pero ¡tiene que abrazar al Señor!, gritaron a coro los tres (dos mujeres y
un varón como de unos 21 años).
-¿Saben que practican una revoltura de copias de enseñanzas antiquísimas?
¿la  copia de la copia?, asesté un golpe verbal definitivo.
-Pero, ¡El mundo se acabará y los incrédulos perecerán!
-Mejor háblenme de su fondo de sufrimiento, para conocer cómo se
infatuaron con Jesús. Porqué así como adoran a éste, odian a Satanás, a los homosexuales, a las mujeres que abortan y a la gente que no comulga con su misma religión y odiar es un sentimiento muy feo; es pecado ¿no es así?, rematé.
-Corintios 13, ponderé en voz alta:
Uno: Si yo hablase lenguas de los hombres o de los ángeles, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o címbalo que retiñe.
Dos: Si tengo el don de profecía y puede comprender todos los misterios y todo el conocimiento, y si tengo una fe que puede mover montañas, pero no tengo amor, nada soy.
Tres: Si reparto todos mis bienes a los pobres y dar a mi cuerpo a las dificultades que pueda presumir, pero no tengo amor, de nada me sirve.
Cuatro: El amor es paciente, el amor es amable. No tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece.
Cinco: No deshonra a otros, no es egoísta, no se irrita, no guarda rencor.
Seis: No se goza de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.
Siete: Siempre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

Cerré mi documento sagrado y con miles de años de calma, sentencié: -"La fe ciega crea guerras, martiriza el alma de los hombres".

Frente a mis tres Testigos, me enfundé la túnica del antaño sacerdocio.






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