martes, 14 de julio de 2015

EL BIGOTE


De chavo quería ser Burt Reynolds, por el bigote; pero ni madres que me salía.
Mis cuates me recetaban: - Bájale al  mamey, cabrón, es rebueno y sabroso,
o ponte aceite caliente de ricino, verás que te sale chido y tupido.
Nada. Pero me compré uno postizo con Horcasitas, famoso por sus bisoñés,
pelucas, sangre de utilería y maquillajes para actores.
El bigote venía en una bolsita con su pegamento y todo: una maraña de pelambre
en una telita transparente pá' dar el gatazo. Lo estrené un día que acompañé a mi
primo Quique quien trabajaba para El Círculo de Lectores vendiendo libros de casa
en casa. El bigote me picaba, me daba comezón y además temía que se notara la calidad
del producto. Quique me invitó una cerveza y ahí va Burt Reynods, viril, bigotudo, con
una Tecate en la mano.
- Primo ¿quieres ir conmigo a una tardeada aquí cerca?, habrá un grupo y ¡te echas el
palomazo, la de "Guamer yamer" de la J.Geils Band, te sale igualita!
- Órale, sí vamos, pero dispárame otra chelita.
Era una vecindad cerca de Tlalpan, el patio: un corredor larguísimo; en medio, un grupo
tocaba covers rodeado de una tupida banda bien prendida.
Mi querido Quique me presentó orgulloso a sus carnales del grupo, - ¿Le dan chance de
un palomazo? A esas alturas ya estaba bien flameado, hasta el pegoste de bigote se me
había olvidado. Me paré en medio del patio, a un lado de la coladera, y agarré el micrófono; empecé
a tocar la rolita que tanto le gustaba al primo, iba bien hasta que pisé la puta coladera: una descarga
eléctrica me recorrió el cuerpo, achicharró la pelusa falsa de bigote, me quemó sendos labios; restos de la telita se quedó pegada a mi lengua y me aventó unos dos metros,
vi a Diosito, me cae... Ya estaba suficientemente quemado (en todos los sentidos)
Terminé con mi payasada de Burt Reynolds y empecé a bajar mamey a cuanta chica encontré.





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