lunes, 6 de julio de 2015

CARRERITAS.

                           Carreritas


El valedor hacía sonar rebonito su lira. Talentoso el canijo, pero muy "sácale punta",
siempre quería llamar la atención. Un día, en un antro, se presentó con los pelos
pintados de verde el mamerto. Y en acto payasesco, su guitarra escupió lumbre. El dueño, ni tarde ni perezoso, lo bajó del escenario, pues a poco estuvo de incendiarlo.
Era chido el personaje, cuando no estaba ebrio...
Yo lo observaba con morbo y cierta compasión. Él anhelaba ser grande en la raquítica escena del rock. Cuando por primera vez alterné con su grupo, el Star inauguró una rivalidad gratuita conmigo. Yo no entendía qué pedo, pues no me interesaba "competir"-no era un galgo de carreras que quisiera llegar a la meta con
la lengua de fuera-, simplemente, nunca me interesó.
Sus solos eran veloces, casi magistrales, pero algo pasaba entonces: en mero clímax, surgía el Dios del rock que llevaba adentro para convulsionarse en el piso y
hacer de todo, menos tocar. Su público aplaudía cada gesto o contorsión (como si
de veras estuviera discutiendose), pero no era así: el instrumento pasaba al vigésimo plano de importancia, esa era la neta.
Existe cierto público con oídos de artillero que todo lo celebra, eso sin duda, y
que juega el juego del exhibicionista, también; "expertos que juiciosos sentencian
quienes son los meros chipocludos de este pobrísimo gueto musical.

Luego, "mi competidor", cambió a la armónica,  instrumento que amo a más no poder. "No por tocar más rápido se llega más temprano", reza le dicho que acabo de inventar. Y es tan cierto como el lenguaje humano: si sabes respirar, te darás a entender, si no, pelaste.
Un solo de armónica tiene los atributos de una conversación articulada, de un poema o de una narración. El virtuosismo se revela en la sustancia expresiva de
las notas más que en la forma. Es un lenguaje, que si carece de estructura, se entiende, si no, puro parloteo y nada más.
Hoy los héroes de la armónica son los "Howard Levistas o los Jason Riccistas",
que despojan de sustancia blue a la armónica, y que además, la convierten con sus overblows, en instrumento de élite, de clase.
Me quedo con los chingones: Little Walter, Sonny boy Williamson, James Cotton,
Junior Wells, Carey Bell, Billy Branch, y de los blanquitos,  Charly Musselwhite, Rod Piazza, John Mayal, Brendan Power, Dennis Gruenling, y el hindú, Aki Kamar;
Gary Smith y Adam Gussow.

Pues ahí sigue este valedor con su blues en inglés, bien enculturizado y malinchista
celoso de mi. Una ocasión le dije: "Compón en español, cabrón, como borracho que eres, tienes mucho que dar a la banda con tus vivencias".
Ni como ayudarle.

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