La noche en que el corazón tuvo razones para cantar.
33 y el blues y sus peregrinos oraron azules bajans.
El gran salón respiraba por si mismo; esplendía: jadeaba;
gozaba el jubileo de los espíritus nocturnos.
La paz tomó asiento y observó.
Los que quedaron fuera escucharon.
Vi cómo ascendía el alma colectiva al éter, la exhalación del universo,
fue el rugido de un animal vigoroso.
Queridos viejos y jóvenes amigos músicos que han hecho de sus vidas
un ceremonial puntual, estricto para con el otro: ¡gracias por su resuello!
¡Gracias al ebrio impertinente! ¡Gracias a la mujer liviana; la Susy, la Jenny!
¡Gracias Patricia! ¡Gracias Reales! ¡Gracias staff!
¡Gracias infinitas amado público!
Blues y luz.
José Cruz.
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