lunes, 21 de diciembre de 2015

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                                Nomás 6


La joven solía gozar de la calidez del sol que entraba por la ventana. Cada mañana, se tendía en la alfombra con el torso desnudo a beber una taza de té de naranja. El espíritu de Modigliani, en su respectiva dimensión, bosquejaba con grafito la hermosa silueta.

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Sobre un cerro de basura, una pequeña jugaba con su muñeca. El juguete rodó a tales profundidades que la niña en su afán por rescatarla, no percibió el movimiento del camión que partía.

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La soledad, dicen, es hosca, fría, desdentada y fea: ¡discrepo! Yo, con la mano derecha, le hago el amor todas las noches.

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El robot japonés Atlas, el más avanzado del mundo, "casi humano", según su agente Jim Perkins, anunció su boda con la potosina Melissa Jiménez, ganadora del Henkel Challenge mundial del "Lavando ropa sin bacterias"; declaró que "es un
honor ser acompañado por una pechuguitasada no lado no OK OK OK tomate ají tomate", dijo entre chispas y humo.


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No tenía arbolito de navidad; no tenía familia que visitar; desde que salió de prisión, hacía un mes, rentaba un cuartucho en un barrio pobre. Tampoco tenía amigos: "un asesino no debe ser perdonado ni querido", repetía su mente. Pero, diario, puntualmente, asistía a la misa de las ocho pm ( hora en que cometía los asesinatos, hora en que habría de suicidarse en año nuevo).


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-"Hola, déme tres boletos, por favor", dijo a la taquillera el cuarentón  disfrazado de Chewbacca; la Princesa Leia (de unos 35) sostenía una caja de palomitas, mientras esperaba a Luke Sky Walker, quien discutía a espadazos con el franelero  porque no le dejaba  propina por cuidar  su nave. Era una noche aparentemente feliz: ¡¡El regreso de la fuerza después de diez años!!, pero vayamos a los íntimos entresijos de las guerras galácticas. Luke Sky Walker, llevaba un año cogiéndose a la buenota de la princesa Leia, y Chewbacca, ni enterado; la princesa Leia, tenía un mes de embarazo (que aún no se notaba), Luke lo ignoraba, pensaba que Leia era "irregular", que todo andaba bien allá abajo (en los planetas que no eran de la federación); Chewbacca, quien en realidad era odontólogo, bebía de más y, para él, todo era fiesta  (intuía que la fuerza lo acompañaba diario hasta el mismísimo bar). El buen Luke (de 28 recién cumplidos) era músico de rock, pero no sindicalizado, sin embargo, su papá, jefe del sindicato de músicos, le pasaba los huesos mejor pagados, siempre y cuando asistiera puntual a las juntas del PRI dominicales. El licenciado Darth Vader,  oscuro como su sindicato de grillos galácticos, odiaba el estilo de vida de Luke. Aquí entra en escena la mala influencia de Han, Han Solo, el viejo lobo de Corellia quien engatusaba a Luke para los reventones. Pero Han, en realidad era el dealer quien vendía aceites y mota a todos los disfrazados, inclusive, también les rentaba los disfraces.
Pues nuestros tres héroes entraron a la sala gozosos y salieron decepcionados.
La película había dejado mucho que desear, y ya sin esa euforia, Luke y la princesa Leia se llevaron a Chewbacca a cenar: tenían muchos secretos que confesar.

JC.

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