lunes, 14 de diciembre de 2015

Relato.

                            Batman, Gordolfo y mis desos.


Mi padre llegó a las 2 pm después de clases. La directora lo recibió con un rostro preocupantemente largo, pero amable. Yo cursaba la secundaria con impresionantes promedios de diez, menos ese comprometedor cero en conducta,
que era como la pasita o la mosca en la sabrosa sopa de fideos.
Gustaba yo de birlarme los balones de la "Tlapa" Da Vinci, propiedad de mi jefecito, para jugar fúcho en el recreo; tenía mi once predilecto pa' la cáscara nomás sonara la chicharra; 45 minutos de puro placer panbolero; de goles y fintas exquisitos, de sudorosa disciplina deportiva, ¡Qué tabla gimnástica ni que mis desos!
Pues sí, ahí estaba yo castigado, en la dirección,  junto a la diminuta y regordeta directora, esperando a mi temible padre. La cosa estuvo así: teníamos examen de química a las 7am; como era muy ducho, terminé primero y empecé a aburrirme; con mi súper déficit de atención al mil por ciento, dibujé en mi frente sobre las cejas otras dos más pronunciadas (como hoy ciertas mujeres se tatúan), y ante el tremendo bloque de silencio macizo y amenazante que envolvía el salón, grité ¡Ahí madre! emulando a mi ídolo Gordolfo Gelatino, Polivoz. A la maestra se le cayó el sostén del susto, mientras que mis amigos, cómplices, soltaban una sonora carcajada que rebanó la tensión imperante. Tal fue el enojo de la destetada que me mandó directito a la mazmorra sin pretextos. De las 7:15 a las 2, estuve en silencio, intentando borrar las cejas del delito para que mi jefe no las viera, pero el bolígrafo es difícil de despintar y entonces, se me hicieron dos marcas rojísimas en la frente como de diablo, y así me quedé. Finalmente arribó mi padre en su trasatlántico coche Chevrolet negro Batman y entró a la oficina, yo le sonreí, pero él
no respondió a mi gentil gesto. La chaparrona y él conversaron largo y tendido; sabía la madrina que me esperaba, así que en el camino le comenté como si nada hubiera pasado: "Jefe, hoy a las 8pm pasan a Los Polivoces y no me los quiero perder, eh?" Solo alcancé a sentir tremendo zape en la choya.
Pero ni eso impidió mis interpretaciones Gordolfinescas y el humor negro jamás lo perdí.

José Cruz

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