lunes, 30 de noviembre de 2015

Intifada.


                          ¿Soy lo que hago? O  ¿Soy lo que soy?

¿Cuantos andamos por la vida mostrando "la charola" para ser reconocidos o aceptados; para acreditarnos ante los demás por inseguridad o algún complejo de inferioridad?
La filosofía shankya (de donde emanó el budismo), sustenta que El  Todo es Unidad que no existen dos, y que de no considerar la unicidad, surgen las aflicciones y las guerras humanas.
Esta corriente de pensamiento no es una creencia,  no se fundamentan en el dogma; la concepción de Dios no existe sino en La Conciencia Divina. Es decir que el ateísmo es una variante de la divinidad que se basa en la credulidad o en la incredulidad y eso es dogma puro: Dios juega a creer o no en él mismo, y no es petulancia, ni mucho menos, pues lo sustentan dos de las corrientes filosófica fundamentales en la India: La Vedantina y La Shivaita.
 "Sin la existencia de Dios no habría ateos", citaba el filósofo y genial matemático Blaise Pascal; el Atma Vichara descubre el Purno Ham en el corazón humano: "Dios mora en el corazón humano, por lo tanto, el ser humano es el Ser divino", dice Abinavagupta en El reconocimiento del Ser. Si Shiva es omnisciente, puro e inmanente, Shakti es la parte femenina, poderosa y creativa de Shiva, no hay dualidad alguna.
No es accidental ni gratuito que las guerras tengan esta finalidad expansionista, sobre todo, que tengan el carácter de Intifada, porque Oriente y América son fundamentalistas: cristianos vs musulmanes, Satanás vs Dios o a la inversa. "En el desconocimiento del Ser germina la semilla de la ignorancia y ese es el mayor de los pecados del hombre", sentenció El Buda.

Hacer, decir y contravenir e impresionar "al otro inexistente" se vuelve paradójico e inútil, sin embargo, si estamos desapegados del dogma de una verdad única, podremos recrearnos en el dichoso juego de la Conciencia.

JC

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