martes, 24 de noviembre de 2015

Desaparecidos.

Amanecí con las orejas entumidas

-¡qué frío hace en el cuarto!-dijiste

El invierno se entremetió por una

rendija a untarse en nuestros cuerpos

y muebles -respondí-

Abrázame entonces, dame calor, besa mi oído

-pediste aterida-

Abracemos el mundo este momento.

En silencio revolquemos nuestros cuerpos;

en las sábanas de harina de la cama convirtámonos

en lumbre, en bosque en llamas -contesté-

Y desaparecimos uno en el otro

y no quedaron huellas, solo cálida la habitación.


A Patricia.

JC.





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