viernes, 20 de noviembre de 2015

Funeral.

                           Funeral de otoño



Dias extraños para un cuerpo de 60 años.
Por más que he probado la muerte no me sabe.
¿Será que me nutrió al nacer esa noche que llovían
peces ciegos?

O la prisa de mi madre por parirme en el hospital
de los sustos.
Sé que las lágrimas de Lydia
dejaron ciegas a las enfermeras que la asistieron,
que la vieron morir y revivir.


Este hecho tan primitivo de nacer ensangrentado
con el pelo relamido y los pulmones vírgenes.
De llamar Nocturno al eclipse de los párpados
cerrados:

 Fue el Día de la muerte.

Ahí acechaba el presagio
de la mariposa negra.

Mi sagrada abuela
quemó copal para
librarme de las espículas:

Fue el día de la muerte.
Y sus ciudades aplomadas.

El día exacto, preciso decir.


José Cruz.









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