jueves, 20 de julio de 2017


Para los AA, el primer paso es admitir la  derrota  ante el alcohol; 
lo segundo, es la aceptación de "Un Poder Superior":  superior al Ego.
"Un algo superior; el que te de la gana", decía mi padrino.
"Recuerda quien es el peor enemigo; nunca lo olvides: tú mismo
lo eres."
Quien no entienda que no se trata de "Creer o no en Dios", 
simplemente,  está jugando con fuego y es candidato a RECAER.
¿Qué me guió a abandonar esa forma de vida sin control?
Antes mi Dios era la mente ingobernable, indisciplinada, y hoy, que
ya no bebo, me asumo intelectual y fanfarrón al calificarme de Ateo.
¡Mírame, qué sabroso!
¡Otra vez la forma y no el fondo! ¡Cuánta incongruencia la mía!
Así somos los acoholiquines: tontos, abusivos de la última neurona
sobreviviente.
HUMILDAD, qué fea palabra; fea y difícil de conseguir, porque ni tras 
las persianas de unos abarrotes  ni en las cantinas se compra.
Uno debe aprender lo nuevo, pues lo viejo ya caducó.
No es sólo asistir a las juntas; es subir a tribuna, abrir el alma y exhibir
lo sinvergüenzas que hemos sido con la familia y con uno mismo. 

JC






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