lunes, 17 de julio de 2017


Moriré de Octubre en tu regazo, nombre de estrella.  
Y ni es petulancia de reloj en diamante, preciosa mía. 
Esos objetos de metal nos roban, secuestran en su tic- tac, 
lo instantáneo. 
Entonces gracias a la bendita neurosis del Kafka apurado,
 transmutó en  hoja blanca el canalla silencio del poeta, mi 
rubí. 

Será en el otoñal Octubre que  estaré como jugando a cesar la 
respiración como para siempre y tú con tu paciencia animal 
meterás al comedor dioses ebrios y hobos: 

concupiscencia y sabiduría que festejarán la madera que 

me vestirá de muerte ese día, amor de mis otroras vidas.


José Cruz.

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