domingo, 2 de julio de 2017

A Jorge, mi padre.


La poesía es sencilla.
Así misma se describe el alma.
Pero el alma a veces, 
es tormentas y huracanes 
porque está en continuo
crecimiento y no logra 
enraizarse en las nubes.
Mi padre fue un terrón 
negro, necio, duro fruto 
de la ceiba Pochote.
El viejo fue fortísimo, casi
acerado para la recia vida
que eligió.
A los  veinte vendía armas
que matan hombres.
Nunca portó una para si.
Pero cargaba cierta culpa sobre
los hombros y esa si que 
me la heredó.
Una noche de tantas, me soñé
cabalgando a galope; huía por 
haber asesinado a asesinos de 
otros asesinos: eran generaciones
de asesinos arraigados como mala
yerba.
Él me despertó y secó el llanto.
Y entonces recordé ese rostro 
asesino. 

JC






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