jueves, 3 de marzo de 2016

Poema.


                                      Mascota

Tenemos una mascota. Es un perro pequeño blanco con tres manchas

negras: dos ojos y una nariz.

Duerme mucho en el día y de noche, se cuela entre nosotros, para

sentir calor.

Es juguetón y muerde y ladra como si dijera ¡Vamos inútil,

sacúdete los huesos; qué horas de estar echado a las doce de la noche!

Mi mujer lo nombró Bowie, como nuestro ídolo; pensé ponerle "Beltrónes"

o "Cienfuegos" o "Peña", pero la mujer que me despierta a besos, se molestó

y en verdad, no quiero importunarla.

Me dice que antes de insultarlo lo lleve al baño a hacer sus necesidades.

Los perros tienen alma eterna por eso le aúllan a la luna, la conocen antes que

nosotros. "El Bowie" aúlla como patrulla de juguete; es estremecedor escucharlo.

Un perro falleció al mismo tiempo que mi abuelo, en sus piernas, solos, una noche.

Los enterraron juntos recuerdo, como recuerdo el chubasco que tiró las tejas del

techo y deshojó la jacaranda.

Sentí amor y congoja: el perro regresó al día siguiente, silente, mojado, renacido.

Toda la paz y paciencia que tengo en mi cofre de vivencias, la vuelco en esta

criatura de dos meses y medio.

A veces, solo a veces, me siento viejo y cansado de la vida.

Entonces mi mujer espanta a la mariposa fúnebre y me saca a pasear como al

"Bowie"; me soba el lomo espástico y me da de comer en la boca.

JC



















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