miércoles, 9 de marzo de 2016

                                         Espejismo      


Dejar reposar los poemas; los anhelos, los propósitos. Permítanme decir: dejar descansar la máscara estos días.
No habremos de frotar dos ramas para obtener fuego, ni salir al frío a comprar amantes. Podríamos aceptar que hemos creído que erramos el camino, pero no fue así. El tonto cumple a la perfección su papel; el ciego, movido por el ruido de sus huesos, abre perfectamente el candado de su noche y se refugia. Tu cabello busca puntual la lluvia de invierno y yo recuerdo qué olvidar para permitir ésta neblina circundante. Nos hemos amado como amamos el hálito de las ciudades; hemos hecho silencio, virutas de silencio, lágrimas de silencio, rincones de silencio: pero al ensamblaje de esta pesadilla hemos gritado el aullido de Ginsberg y no hemos muerto.
Lo eterno sucede en un segundo, pero no lo creemos; contamos los días del calendario prensados dentro de las páginas de un libro de mariposas disecadas; y sentenciamos que esa ha sido nuestra vida, y nos preparamos para entregarla al enmoscamiento sin más, sin haber encontrado la mirada en la luz; así como perros o animales sin voluntad, sin batalla.
Y no defendemos la poesía, nunca lo hicimos ¿para qué ahondar en el alma de la libélula?
Mejor cerramos el changarro de los sentidos y enchiqueteamos el espíritu para que la orilla filosa de los sauces no nos llague la piel o la muerte no nos fastidie el sueño.
Este albañal no es el mundo: es la visión colectiva del terror que compartimos sin descanso; con el que alimentamos a nuestras queridas con piernas de pabilo de cera; el pretexto para acallar el sutil andar del miedo por nuestras espaldas.
 Pero pensamos obsesivos un merecido infierno de mazmorras y torreones; por un simple rumor contrajimos la inmunda peste del pecado y nos condenamos.
¡Liberemos la mente: libertad al alma humana!
¡Es el alba de las espadas de luz
Nuestro el destino!

JC.

2 comentarios:

  1. Mi paupérrimo vocabulario no me permite hacer los comentarios idóneos para expresar lo que a mis sentimientos hacen estremecer los poemas de José Cruz.

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  2. Mi paupérrimo vocabulario no me permite hacer los comentarios idóneos para expresar lo que a mis sentimientos hacen estremecer los poemas de José Cruz.

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