El miedo te hace completamente dependiente
y pasivo.
Por ti, hablan las lluvias y su glaseado eléctrico.
La orfandad te la echaste encima como piel de oso.
¡Y tan pesada y sofocante que jamás imaginaste
esa desesperante asfixia!
Nunca pensaste que la energía de las mujeres fuera
como un millar de alas de ángel sobre ti.
Y tu aura, ahora amarilla, está confundida, no sabe
en quién acomodarse; si seguir probando labios que
besar, que marchitar.
Larga calle la que caminas para llegar a ningún sitio.
Pero todo es un remedo, un drama que volviste
costumbre.
Alma niña, cuerpo en el que envejecen órganos que se
atrofian, indigestos: deslealtad vueltas hacia adentro
como vómito invertido.
Personas y paredes te rehuyen, hoy, día de luto:
El amor se ha suicidado.
JC
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