jueves, 30 de agosto de 2018


Fui niño, fuiste niña, el sol generoso de antaño
nos abrazaba el frío del corazón lastimado de tanto
golpe, porque de tal forma fuimos queridos con
ese violento amor de nuestros padres que al día de
hoy, nos miran desde dos tarro de cenizas rudamente
amorosas.
Y, sí, arrastramos esas heridas todos los veranos
cual maltrechos canarios sensibles que de todo lloraban.
Y, sí, nos reconocimos y pareja nos hicimos y las heridas
compartimos para sanarnos un poquito nuestros inviernos.
¿Recuerdas aquel parque de niños solitarios que buscaban
árboles caritativos para aferrarse a sus latidos; y la fuente
de los deseos, imprescindible, para arrojar  monedas de anhelo 
de una vida de cariños y algún mimo siquiera.
Míranos ahora, a orillas de la vejez, niños con canas en la vida
aún lamiéndonos,
amorosos, aquellas heridas.

JC 



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