miércoles, 29 de agosto de 2018

^
Azarosos nos miramos esa primera vez y nos amamos.
La ciudad se inclinó hacia nosotros dejando sus ruidosos
quehaceres, sentimos que asintió lo nuestro cuando sus
brazos de neblina nos cubrieron. Entonces dijimos, sí vieja
señora, nos amamos y le obsequiamos un beso.
Tú segura del tiempo yo tiñéndome de blancas canas.
¡Refugiémonos, me gritaste!, y la gentil ciudad abrió un bello 
íntimo cuarto: pagábamos con monedas de amor y sexo.
Cargaba yo tan pesadas circunstancias que tu biografía 
y continuos duelos nos hizo uno, y ahí estábamos amándonos
con nuestra nueva infancia de dientes flojos.
Hoy pasan las estaciones encima de nuestros cuerpos y el 
infinito y tierno abrazo no nos suelta.
Para tí, Patricia, mi amor 

JC

No hay comentarios:

Publicar un comentario