Soy música, fogón de poesía, luminosa oscuridad, palabra, esencial melodía. Soy el que observa y no el observado. Shiva y Tonatiuh son el uno.
viernes, 8 de abril de 2016
Poema.
Nací de un acto de tristeza, en el enorme minuto en que la tristeza llovía
de noche.
No sabía gritar como los bebés de la primavera; verdes por dentro, hermosos
por fuera.
Un blues escupieron mis pulmones y entonces, mis padres suspiraron
aliviados.
Fui un pedazo de algo que navegaba en las corrientes del viento;
como un jirón de alma o cosa parecida.
Así crecí: en la soledad de sal que carcome la madera de los barcos,
como el caracol sordo del mar.
Uno se va haciendo a la idea de morir de vejes en la infancia.
Ahogado en los segundos,
en el silencio que perpetúa la naturaleza sombría de las cosas;
entre muebles de silencio, paredes de silencio,
universos de silencio, y es él, el silencio mismo quien grita a viva voz y
se encima pesadamente en el tejido de los labios.
Difícil vivir así, derruido, deprimido como hoja de sauce llorón;
a expensas del viento rebelde y caprichoso.
A los 18 tuve una crisis de identidad: no sabía si era varón o perro; la euforia
y algarabía hicieron que me inclinara por ser un perro,
mas a escondidas era varón.
Por eso lamí el rostro a mi primer amor, y a solas, fornicamos.
Por primera vez acaricié y apasionado besé las manos de una mujer:
que de día eran orquídeas y de noche, dos vivas palomas.
Dado el dobles misterioso del tiempo, llegué por arte y maña,
a los 60 y aún no muero; aún pervivo bajo el roble del jardín:
no será sorpresivo el final,
pues 2 agujas prenden mis alas aún inquietas en un tablón.
JC
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario