martes, 5 de abril de 2016

Poema.

 

La cafetera está vacía y el muerto yace solo.
Su alma que aún no sale de la casa, está atorada
en las paredes, en el techo.
Nadie vino a visitarlo, a mirar la mueca de la muerte
cincelada en su rostro; triste mirar esa cáscara inerme
sin amigos, sin familia, sin ruidero, sin pésames ni llanto.
Desgraciada soledad que se aloja en los huesos y les
chupa el brillo a los desnacidos, a los muertos antes
que uno.
Silenciosos quienes lo amaron, suben su cuerpo a la
azotea y lo arrojan al vacío: éste se va flotando lejos
libre.

JC

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