sábado, 2 de abril de 2016

Poema.


Amate tan solo un ratito y nada más; sal a gritarle a las palomas, diles que

contienes mares de vida en las venas.

Quiere a esa sombra que te unta lodo en los párpados, que te hace ser grosero

con la noche cuando esta te ofrece collares de estrellas engarzadas.

No te digas inútil, no te odies por no entender el misterio que se reservan las

hormigas para soportar un chaparrón;

O no saber que la melancolía es un gotero escondido en los ojos,  que a veces

se presiona solo y nos bate en un escurridero de lágrimas.

Entiende que pudiste nacer árbol o silicio o cascada permanente, pero no fue así,

naciste animal humano con poderosos dientes, con una mente que sabe sumar los

cántaros de un río y las monedas.

Que desayuna a las diez leche y bizcochos, que acaso la jungla que enfrenta está

en las calles de la ciudad.

Que tienes manos para masturbarte cuando no tienes otra cosa que hacer sino

estar solo y masturbarte.

Tu alma es la nube que te sigue cuando vas en taxi  a la fuente de los deseos a

darte permiso de ser codicioso; de sentirte pobre y rico en dudas ante la

astucia del roble milenario.

Búscate aunque sea en la arenilla de las piedras, en el espejo del lago al que

concurres con tu novia; bésala y dile que no sabes quien eres, quien vive en tus

adentros.

Verás que ella te responderá lo mismo y te abrazará aliviada de no ser la única,

de no estar loca.

Es verdad que uno anda de baja estima en el transporte público, con ganas de

ser abrazado; tristeando en tonos grises como la tarde aplomada afanada en esa

ansia de volverse oscura.

JC













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