martes, 4 de septiembre de 2018

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Ayer estornudé y caí al vacío, a la nada.
No existe más que silencio para los poetas.
Caída sin fondo azufroso, sin llamas de culpa.
Recordé que cargaba mi navaja filosa de barrio
y anillos de diamante barato en ambos puños.
Mentes torturadas para bien del don de la visión
y la sicografía (escritura guiada por espíritus);
así llegan los poetas a este mundo: con una fina
sensibilidad de tela de araña.

JC

 







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