lunes, 2 de diciembre de 2019

Recuerdos de Austin, Texas.
                                                   

Mientras Mr. O digitaba su Gibson, yo mojaba mi armónica en un vaso de jaibol sentado en una mesa del bar. Él  contaba, uan, tu, tri e iniciaba el blues. El blues del foreigner en tierras lejanas. Y en su  camper aullaba el "Congress", su viejo pastor alemán.
Mr O, que en realidad se llamaba Ottis Woods, provenía de una familia de tatarabuelos esclavos que fueron soldados en la guerra civil; habían conocido a Abraham Lincon quien los saludó de mano  cuando el tren presidencial  se detuvo en Missouri.   Ottis era alcohólico y estaba divorciado;  su mujer por celos había intentado asesinarlo, pero no lo logró, tenía la cicatriz de una 22 en la nalga derecha que lo hacía cojear. De niño, su tío -un cantinero de Maryland-  le enseñó a tocar la guitarra acústica, pues no le alcanzaba el suficiente dinero para una guitarra eléctrica. Ottis creció en Houston, pues su padre fue contratado por una armadora de partes de ferrocarril. Vivió ahí hasta los 20 años pero se marchó al delta Louisiana para tocar el blues  que cargaba en sus venas. Me costaba entender su inglés sureño. Lo mascaba entre dientes como una bola de tabaco amargo. Su Gibson, esa hermosura  negra sobre sus piernas, esplendía azules y rojos por las luces del gran escenario.
Cuando me acerqué a él y lo saludé miró mi mano por unos segundos, me sentí incómodo, luego la asió mientras sonreía y me invitó a su camper. Yo lo seguí como un discípulo seguiría a su maestro, " come  in" me dijo. Su viejo pastor me enseñó los colmillos y me gruño, "keep quiet, congress" le espetó Mr. O acariciándole la testa; entramos al camper y me ofreció una cerveza fría, le di un trago largo y me cayó de perlas, pues hacía mucho calor. Ottis también bebió su cerveza pero se la terminó de un solo trago. "What's your name, man?" preguntó "José Cruz", contesté cortésmente "Oh, Joeuse Cross!"  "Show me your blues harp, man"  saqué mi armónica y se la mostré, "please, play for me", marcó el tempo  con sus botas (era un ritmo lento), traté de no descoserme ni lucirme, eso lo dejé para el final,  y cuando terminé, dijo aplaudiendo con sus manazas "That's all man, you've got the blues very nice, man!" Dame chance de tocar contigo esta noche, le dije en inglés, y si no te gusta, pues me voy; no insistiré. "Ok, take a shower and prepare yourself  for the show. Dijo y señaló el baño de su camper, enseguida me metí al pequeño baño y me duché. Salí y olí comida. Ottis estaba guisando para los dos.
Pensé en mis padres tan lejos de mi, de mi  corazón. Me sentía un extraño en mi familia. No congeniaba con mi padre. Él quería que abandonara la música y me dedicara a atender su tienda, pero yo me resistía, así que fui a visitar a una tía que radicaba en nuevo Laredo Tamaulipas y aproveché que tenía mi tarjeta de residencia y mi pasaporte para cruzar al otro lado.
Conviví con  Mr. O unos 10 meses, aprendí el valor del trabajar y ganarme el varo (5 dólares) por show de dos y a veces tres tandas; sin embargo el mentado "sueño amerigringo" no era lo mío y me regresé a mi país a cumplir con mi destino.

Blues y luz
Jose Cruz.

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