martes, 31 de diciembre de 2019

Fin de año;  frío y duelo. Los demonios lastiman lo que quedó de uno

en los sótanos del alma para simular su inexistencia.

Ese abandono llevó al espíritu a una desnutrición imperdonable.

La dicha espiritual no cabe en una gaseosa, ni los focos navideños dan

calor al pecho, ni la mesa llena de viandas suple el abrazo fraternal.

Es imprescindible hacer un inventario del crecimiento espiritual; de la sabiduría

aprendida.

El corazón es el taller de orfebrería donde pule su brillo.

La vida es el campus para trabajar la templanza y el carácter.

Si uno no gobernó el destino por su propia cuenta, no hizo la tarea.

"Dejé de buscar afuera las ganancias del día;

celebré la vida y su efimería en mi interior de fuego.

¡Ahí se cocina uno en esta vida!

¡Para enfrentar la sombra y sus demonios contamos con este pedazo

de corazón de carbón negro!"

¡Feliz año a todos!

JC

No hay comentarios:

Publicar un comentario