miércoles, 6 de noviembre de 2019

Cuando muera quiero recordarte con amor
tu voz con amor, tu oreja con amor
tu nariz, tu tacto, tu silencio con amor.

En un soplo divino
mientras en éter me trasmino
mientras agujas y oxigeno
y máquinas de luz
y arterias de plástico
que mías no son,
con amor recordarte.

Dijiste, quiero vivir sola
y en medio de esta marea
densa de difuntos urgentes
por yacer dentro de la tierra
como germen y raíz me pregunto:
¿Sola de qué, sola de quién?
¿Para que sola, desamada mía?

Solo dejaste mi armazón dislocado,
mis palabras rotas
sólo el corazón floreado
por tus disparos de ausencia.

Sólo yo, con esta enfermedad
que puse en nuestra mesa
como un pan para compartirla.
Sólo yo, cuando te fuiste
frívola y aventurera, a ser arquitecta
de una casa que no es tuya.

Mandaste mensajes muchos, de culpa y vacío
porque cuando te busqué en nuestro lecho se partió la cama,
me hundí yo, con mi nunca nacido hijo,
con mi múltiple sensibilidad de poeta herido,
con la promesa de un futuro desnutrido.

Cuando muera quiero recordarte con amor,
pero hoy vida, no he podido...

Me quedé sin ti, sin documentos
en el trámite del día a la noche
y en la prisión del corazón herido
me puse a cantar a coro con los vagos.

Me quedé aquí , desecho,
como un periódico roto, muerto de lluvia.
Sin compasión me abandonó tu amor
a la intemperie...

Me permites José Cruz Camargo?

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