Sé, y mis piernas enfermas lo intuyen,
que el amor es un espejo,
un enorme y delicado espejo de dos vistas.
Que te veo como un reflejo a veces luminoso
a veces pardo.
El racimo de meses buenos, amorosos, es más
frondoso que los grises arbustos de nuestras
lágrimas.
Cuando se duerme junto a la amada alma uno
se disuelve en el amor universal; los amantes que
se enredan solo en la carnalidad olvidan lo esencial
de existir juntos y no en la insensata dispersión.
JC
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