Tengo la voz quebrada, rota como falange de pollo.
He gritado tanto, amor: tanto para que me escuches.
Yo que te cantaba al oído me he vuelto un gritón.
Que grita a la lluvia, que grita de frío; que grita, mujer
¡ando perdido!
Guíame corazón con tu olfato al perfume del amor:
porque sí: el amor huele a rosas y a carne cruda.
JC.
No hay comentarios:
Publicar un comentario