jueves, 17 de agosto de 2017


No hay asientos para la marcha fúnebre en que se ha 
convertido México.

Es pesado el silencio de nieve sobre los párpados;
infinitas veladoras trazan el camino largo de la desesperanza.

¿Quién falta por velar? 
¿Cuantos cuerpos más habrá que enterrar?

Mujeres, niños, hombres, ancianas almas, niñas de nube;
perros echados sobre tumbas invisibles aúllan.

El día amanece amoratado y rojizo.
Como secuestrado arrojado a la calle.

Desnudo, madreado, desposeído de patria.

Así me siento, amigos. 
Pero debo ir a trabajar.

JC
 





No hay comentarios:

Publicar un comentario