martes, 25 de abril de 2017



Sinésteta

Oigo tus morados y sigilosos pasos en mi espalda,
mujer de niebla.
A amor huelen tus besos; me saben a madera tus
senos niños.
El sabor puntiagudo del pan que en mi boca pusiste
traviesa, y que comí desmoronando orgasmos en ti,
se extendió dos albas.
Y entonces, el color fantasma que salió del ropero y
nos
abrazó
con
su frío:
nos
hizo
el trío.
JC


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