jueves, 21 de julio de 2016

       

El muerto se guarece de la vida y de la
lluvia al cerrar su féretro.

Evita a toda costa
lo que ha vivido

y que la humedad se meta
furtivamente a su íntimo
encierro.

Han dejado un tablón
rajado; la luz se entremete
y da en su rostro.

Él desea estar bien muerto,
pues los muertos de junto
apestan a muerte.

No es una fosa sin decoro,
no para un muerto como
él;

No la narco-fosa ni el
reguero de huesos ni
el tiro de gracia en las
ideas,


No la indigna calavera
rodando por el lote
baldío como balón
para insano divertimento.
 de la prole.

No descansa el muerto,
recién la muerte fresca
no le ha sentado
bien;

tanto ruido y tanto
perro que lo descarna,
que le
arranca
de un mordisco
el testimonio
de un antaño
beso en
las mejillas,
en los labios,
el beso aquel
o
¿qué acaso así
moría su
vida el
infeliz?

JC.


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