jueves, 14 de julio de 2016

A Patricia.


No huyas por esa calle húmeda, hostil para tu pecho, amor.

No querrás sostener un corazón congelado para mi, para

aquellos que te amamos con rabia.

No sueñes acantilados que hieren tus pies desnudos, que socavan

la serenidad de tu sueño.

Te abrazo con mi fuego; con la piel del alma te quiero todos los

segundos que hemos compartido en este lecho.

Duerme mientras te miro, amor.

Duerme que yo vigilo tu sueño.

JC.








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