martes, 5 de julio de 2016

500 años después.


Hay ocasiones en que la mano diestra se torna siniestra; esto sucede pocas veces en la vida; deben concurrir el hartazgo y la rabia a la misma esquina con puntualidad apolinea.
Y entonces, el misterio surge ante los ojos de los simples mortales que se apegan a una línea temporal que solo existe en sus mentes. Es un estallido que se presiente y pocos son así de sensibles. La historia del curso de los huracanes es irrefutable cuando estos se han extinguido; semejante proceso sufre la historia humana, su devenir.

El presente es implacable.

El hombre durmió un día entero, cuando abrió los ojos, una bala rozó su mejilla.
Despertó en medio de un campo de batalla; federales fuertemente armados tiraban a matar, no era un fuego discrecional, "Nos están asesinando", pensó cuando vio caer a sus compadres en medio de una desbandada que huía para salvar la vida.
Nubes de gas tóxico como neblina ácida se esparcieron por las calles, aumentaron los quejidos; todo el pueblo lloraba, todo el pueblo sangraba y gritaba de espanto y dolor.
De pronto se sintió en el cielo brumoso frente a ángeles apuntando con FX-05 Xiucóatl  que incendiaban el sacrosanto lugar.
Era Cortés y su huestes carroñeras que querían el oro de los dioses a como diera lugar.

500 años antes el salón había sido sahumado con copal, así que el ambiente estaba totalmente nublado, apenas se podían ver los rostros de los personajes que intervenían en el rito y Ia serie de umas de los diferentes dioses que habían sido colocadas en el centro deI petate.
Todos los participantes agradecían a Cocijo, que hubiera enviado mucha Iluvia para los cultivos, lo que permitiría a los pueblos alimentar a su población y entregar el tributo que les ha sido fijado por los señores para Dani Báa, de tal manera que Ia ciudad tenía asegurada su sobrevivencia. Había por lo tanto, suficiente agua en el río Atoyac, que haría posible abastecer a Ia ciudad, a los barrios y a Ias casas.

Súbitamente un niño con el rostro ensangrentado lo abrazó y ambos cayeron al suelo. Horrorizado se zafó de aquel pequeño cuerpo que bien podría haber sido su nieto y sollozó profundamente.

Los conquistadores habían vencido una vez más.

JC


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