sábado, 30 de enero de 2016

Poema


El destino es extraño, ignoto.

Uno al borde de la muerte con sendos disparos de

luz en el pecho, otro sudando vida y amor.

Pero no es injusta la muerte,

existe un mapa y un reloj para cada

recién nacido.

El mapa será su vida, y el reloj, su

momento de partida.

Moriré de sencillez

porque viví austero

de tres comidas al día;

con ropa de obrero

como jornalero de la poesía.

Y la música sonará azul

y diáfana por el blues

que cursó mis venas

Veintiun mil novecientos

días.

JC.

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