miércoles, 13 de mayo de 2020

Buenos días. Comparto.

Querido primo Raul de Aguinaga, aqui le sigo, esta ya es la cabalística decimotercera entrada.

013/100 Hablar de Real de Catorce, hoy en día, tiene para mí dos vías contrastantes: el recuerdo de uno de los mejores grupos que hayan existido en la escena del rock mexicano y el intento de desintegración gandalla de un proyecto que, afortunadamente, ha podido reinventarse y volver a plantarle cara al tiempo.

Más allá de la insensibilidad de quienes en algún momento formaron o representaron a esta banda de blues, la que mejor ha sabido darle un sello propio a este género en México, y que no solamente soslayaron la enfermedad de José Cruz, sino que lo acusaron de “incumplimiento de contrato” (uffff!!!), no pudieron quitarle, como él mismo diría, el blues y, una vez ganada la sentencia en tribunales, podemos festejar el renacimiento de José Cruz y Real de Catorce.

Desde que La Compañía de Blues y Fuerza acompañaba a la gran Betsy Pecanins, y tuvo la fortuna de tocar con algunos de los grandes bluesistas, como Papa John Creach, que llegaron a pisar nuestras tierras, allá a principios de los ochentas, podíamos detectar no solo la pulcra y brillante ejecución de los músicos que integraban a esta banda sino su propia firma dentro de los blues clásicos.

Ya como Real de Catorce, el grupo solidifica un proyecto basado en las composiciones propias de José Cruz, su forma de tocar la armónica, y la guitarra de Pepe Iglesias quien, con sus bien definidos riffs le daban un sonido único a la banda, su marca de agua. Esto en un plano donde muchos grupos intentaban refugiarse en el blues, al que caricaturizaban por sus limitaciones en cuanto a los textos y la instrumentación, pensando en que solo tres acordes hacían una canción.

Real de Catorce se apropia del blues pero a su vez le proporciona características que podemos encontrar también en la canción popular mexicana, esto hace que podamos ver natural su acercamiento a otros géneros, situación que permea en varias de sus piezas. Producto de músicos citadinos, ubican su propuesta dentro de una trama completamente urbana, lejos de aquél blues rural con el que José aprendió a tocar la armónica.

La presencia escénica de Real de Catorce siempre se distinguió por los tonos oscuros, nocturnos, las chamarras de cuero, el suspenso… pero en cuanto sonaba el primer acorde la fuerza del blues nos envolvía como escuchas con aquella fuerza que pegaba directamente en la viscera ese ritmo demoledor que te provoca cerrar los ojos y dejarte llevar por tus impulsos. La precisión en la ejecución redondeaba el deleite de escucharlos.

La formación literaria de José Cruz y su acercamiento a los poetas malditos franceses (Mallarmé, Rimbaud, Verlaine) y los posteriores Baudellaire, Villon, Artaud, Allan Poe, Bukowsky, Bolaño o hasta Jim Morrison, pasea altivamente en todos sus textos, llevándonos de los estados de ánimo expectantes y provocativos a la trágica y autodestructiva desintegración de una sociedad que ya no tiene hacia donde moverse.

En su momento Real de Catorce estableció una forma de organización interna muy distinta a las que se acostumbraban, o se acostumbran entre los músicos de rock, se había decidido una administración muy clara que determinaba la independencia del grupo y la autogestión tanto en la producción discográfica como en la contratación de espacios para tocar. No tuvieron la necesidad de caer ante las exigencias de las disqueras establecidas creando una infraestructura propia que fue seguida después por otros músicos.

“Tiempos obscuros”, la segunda producción de Real de Catorce, nos muestra a una banda más asentada que en su disco debut, donde los colchones que Carlos Núñez proporciona a las piezas permiten el lucimiento instrumental de Real de Catorce y los ubica ya como el grupo fundamental y guía del blues mexicano.

La presencia de Baby Bátiz en los coros demuestra el reconocimiento al trabajo de Real de los virtuosos músicos mexicanos que llegaron con la “Onda chicana” a la capital a mediados de los años sesenta y que fueron los grandes sacrificados por la guerra sucia gubernamental y de los medios de comunicación.

La despiadada esclerosis múltiple que viene padeciendo José Cruz desde el 2005, no ha impedido que siga trabajando, siempre le queda el blues como tabla de salvación. Esta esperanza, que queda manifiesta en muchas de las canciones de esta banda, es sin lugar a dudas la que le ha servido como sostén para enfrentar esa larga y dolorosa enfermedad de una manera más que digna, sobre los escenarios, mostrando su entereza y sus habilidades como compositor, cantante y armoniquero. ¡Larga vida a José Cruz! ¡Larga vida a Real de Catorce!

Lado A

01 Pájaro loco
02 El ángel
03 Un par de ojos
04 Un medio día triste

Lado B

01 Suena el viento
02 La medicina
03 Con el alma borracha
04 Al rojo de la tarde

No hay comentarios:

Publicar un comentario