jueves, 17 de octubre de 2019


Es verdad que apilas tabiques de tristeza
al escribir el poema.
Y es conciso el sentimiento que derrama
la historia silenciosa que éste obsequia.
Es como haber leído la palma de la mano;
cohabitado en el mismo lecho del lector.
Haber soñado los sueños de su esposa,
y soportado las pesadillas de sus chicos.
La rebeldía sigue inmune a los berrinches
de esa joven alma: tabla rasa untada a una
idea como vaselina para el pelo.
¡No!
Las ciudades ya fueron incendiadas y la
sangre oxidó los muros y los vidrios antes
de ti.
Te ampare de la muerte prematura los
espíritus que canas peinan.
Te cuiden los locos del Psiquiátrico al
cubrirte el rostro y rayar paredes.
Serás una tea humana iluminando la noche.

JC.




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