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Resuena, corazón (de amor muscular), vibra con tu
oleada de alfas, no me des la espalda que desfallezco.
Vi que me mirabas y en ceniza me tornaste (traspasaste
cada barrera y accediste al núcleo de esta nada).
Que el fuego sea aún en la lluvia del monzón;
templo y cascada de respiración quieta, pausada.
Cuánto desespero por no encontrarte
de vida
en vida.
Andar tras tus plantas para adorar tus pies,
cuánto desespero sin saber que ya morabas
dentro mío.
Mientras, soñaba un estero donde abrevavan
criaturas sagradas y navegaban flores de loto
rumbo al mar.
Viaje, largo viaje del alma desde la oscuridad
preñada de lutos y cuervos, hasta la coronada
luz del cristal en el entrecejo.
Voy a ti, me llamas para ti que soy tuyo.
Este amor lo llevo enterrado para que tus
manos lo tomen, y de mi, no quede nada.
JC
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