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Jugar a la tormenta para que las nubes eléctricas
no lo hagan contigo, (al menos, no una noche más.)
Jugar a llorar aunque tu cuerpo llore y de llorar se
agote y todos los que lloren a esa hora en que el
llanto brote, juntos lo hagan.
Hay almas que portan heridas que la memoria del cuerpo
mantiene vivas. ( Quizá de otras vidas, ¡qué sé yo!)
Y nace uno con ellas y no avisan cuando despertarán:
solas se pronuncian en la hora inesperada tanto como la dicha.
Uno es fuego, uno es una llamita que se agranda como si
el fuego volara en los mismos lomos que diario arden.
"Tú serás la cama y la sábana y la bacinica", auguró la ciega
escondida tras su sombra de madera oscura.
(anoche me orinó encima).
JC
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