jueves, 22 de noviembre de 2018


                                   Almas guías

"Almas a oscuras. Almas en cuerpos vivos tan sólo por un hálito,
pues el cuerpo es materia, nada más. Podría ser un cadáver que
ejecuta todas las acciones cotidianas; todas las funciones corporales.
Un cuerpo sin vida, pero "vivo"por la gracia de una chispa cósmica.
Esa chispa o fluido es divina" , me enseñaba el chamán.
Tu no eres el cuerpo ni la mente ni todo lo existente, tú eres luz, luz pura. Mas tu alma está llena de aflicciones por la ignorancia y para el juego de la  voluntad divina.
La ignorancia es la peor de las aflicciones, pues es la confusión de lo eterno con lo no eterno, de lo puro con lo impuro, de la infelicidad con la felicidad y del Ser con el no Ser. Considerar al cuerpo físico como el Ser, te acarreará sufrimiento si el cuerpo enferma, se lastima o muere...
El egoísmo ( Asmita) , la segunda aflicción, es la causa de la creencia en que el alma individual es poseedora de todo: nombre, actividad u oficio
 y hasta "mi" muerte; piensa que está separada del todo y que permanecerá sola en el vacío infinito.
Algo grandioso sucedió:  mi entendimiento se expandió y me transparenté; carecía de cuerpo. Una luz manó de esa transparencia;
era violeta y me producía una dicha infinita, desconocida, plena,  inaudita; lloraba y reía,  no había diferencia entre ambos actos.
Sentí que mi alma se desprendía del burdo cuerpo y entonces
entendí las enseñanzas del chamán.
Supe que todo conocimiento cimentado en la duda es causa de confusión, como creer que  la concha nácar es plata o confundir una soga con una serpiente.
El estado de dicha duró unas horas y  se fue desvaneciendo poco a poco; reconocí cuan obsesionado e involucrado estaba con el mundo externo, tanto que había olvidado esa sensación tan hermosa que quizá vivi en mi infancia.
Estaba en la ciudad de los muertos, el desierto había quedado atrás
con sus espejismos. La noche era día y el día era noche ; mi alma se incorporó y solté una fuerte exhalación.
Ahora era un halcón que volaba de aquella ciudad a  la sierra de
catorce ; mi vista era aguda como una lanza que lo atravesaba todo.
Y vi al venado furtivo y sagrado.
Era azul casi morado como las almas guías, sabias.
"Tu eres el testigo, el observador de este drama aparente";
sentí un jaloneo violento que me aventó a las nubes:estaba
envuelto en ellas, y  transvi, como el observador, el mundo material
y su gente que esplendía luz tenue sin percatarse de ello.
¡Recuperé mi cuerpo!  yo era el testigo y podía
ver los pensamientos de mi mente sin calificarlos.
Dejaba pasar aquel torrente de pensamientos que creaban
emociones ( pocas eran placenteras) y que torturaban las mentes
de la gente común.

                                                                 II
"Debes luchar a favor de la justicia de la tierra, de los cielos y de los cuatro mundos, y debes vencer en todos", dijo el chamán.
El mundo aunque sea ilusorio, contiene verdades  relativas,  pero poderosas, engañosas.
Me mostró un helecho, "obsérvalo más allá de sus forma y cualidades", indicó el sabio.
Lo que vi era verde, pero era una masa informe de luz en movimiento,
"la vida es movimiento perenne, sin embargo cumple con sus ciclos universales", terminó de decir.
Y sorprendido, descubrí que mi cuerpo etéreo también era de ese color:
  "no existe diferencia entre el helecho y tú; son lo mismo", concluyó.
"Muchos iniciados en las enseñanzas cometen el error de abstenerse de participar en los conflictos del mundo y erróneamente se convierten a la pasividad y a la inercia, y esto se debe a que en ellos persiste la ignorancia. El deber más elevado y supremo, es derrotar la oscuridad de la ignorancia en beneficio de la luz del conocimiento del Ser.
El guerrero jamás deja de luchar a favor de la conciencia y la luz;
usa su "Viveka" ( discernimiento elevado para conocer la intención y metas de la ignorancia y combatirlas ); entonces conoce su objetivo
 y su tarea en el mundo".
Después el sabio chamán me dio de beber tejuino de un guaje,
y  me bendijo con palabras sagradas del tamatz Kayaumari.

                                                   III
Regresé a la ciudad con otros ojos; mi oído y visión eran más agudos
y finos: me reencontré con los espíritus que habitan esta casa  desde hace 40 años.
Conversé con ellos.

Blues y Luz
José Cruz.  

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