miércoles, 10 de agosto de 2016

Relato.


                          Implacable.

En casa hay un rincón entre el librero y la pared.
 Se encuentra en la planta baja.
Un librero muy antiguo de robusta caoba oscura.
En ese rincón vive el espíritu de alguien que ignora
que murió; lo sé porque mi mascota le gruñe y le
ladra seguido.

Mi abuela médium decía: "un espíritu que está
en período de turbación; no sabe que ha muerto
 ni cómo falleció".

Asunto importante, pues si murió de forma violenta,
su transición a la luz podría ser sumamente lenta, hasta
milenaria según el concepto terrenal con el que medimos
 el tiempo.

Pero ¿en un rincón? ¿Porqué, si el plano sutil es vasto?
invoqué a mi memoria.

"Para el espíritu turbado, el apego es lo que una cadena a
un reo, casi un arraigo domiciliario; no saldrá de la sombra
por sí mismo, sino con la ayuda de otros espíritus, hermanos
guías, que lo conducirán al verdadero despertar, porque la
vida es solo un sueño transitorio."

El estado de turbación (dependiendo del grado de entendimiento
y crecimiento espiritual), puede ser turbio y demasiado oscuro;
o ligero y luminoso.

El 'Bowie' insistía en sus ladridos, me acerqué al rincón y tomé al azar un libro de Pellicer, lo hojeé y leí en voz alta:

"Ninguna soledad como la mía.
Lo tuve todo y no me queda nada.
Virgen María, dame tu mirada
para que pueda enderezar mi guía.

Ya no tengo en los ojos sino un día
con la vegetación apuñalada.
Ya no me oigas llorar por la llorada
soledad en que estoy, Virgen María."

Llorosos suspiros brotaron entonces; era dulce aquella voz femenina.
Omití rezo o plegaria alguna. Cerré los párpados, - Dime, te escucho. Y guardé silencio.

-Peno, siglos llevo penando; el corazón enjuto por un disparo amoroso
que dio en el blanco

Nadie muere de amor, dictan hoy los tiempos modernos -¿Cómo te llamas? Pregunté

-Irene, ese es el nombre que eligió mi madre cuando nací en 1821

-¿Puedes materializarte?, le pregunté súbitamente.

-¿Qué es eso que me pides? ¿No escuchas que me duele el corazón?
¡Vivo enamorada de este hombre, de sus hermosas poesías que son dagas dulces y amargas para mi! Mi esencia se ha enredado en el perfume de cada palabra, de cada verso; beso cada renglón de ese sentir maravillosamente nostálgico, delicadamente fúnebre. Ha sido mi morada y lo será para toda la eternidad.

-Entonces, vives dentro de un libro de poemas, dije empalagado de tanta cursilería; tu esencia humana se ha infiltrado, simplemente, en un poemario, sentencié.
-Está muerto tu cuerpo y tu espíritu, apegado a la oscuridad, dije.
No recuerdas cómo ni cuando moriste: vives el suplicio de la
ignorancia más cruel, insistí.

Fui un juez implacable, pero funcionó: vi un hilacho de ectoplasma
salir del rincón hacia la luz de la ventana en busca de la liberación.

JC











No hay comentarios:

Publicar un comentario