Devolví la mirada al canario en la rama que roza la ventana.
El frío de la lluvia impidió su vuelo y lo vi entristecido.
Diminuto pálpito de ese su corazón apenas audible.
Saqué el tronco de mi brazo, y vuelto árbol, le arañé
el tierno pecho.
Saltó a mis dedos de hoja y se hizo al vuelo.
JC
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