Soy música, fogón de poesía, luminosa oscuridad, palabra, esencial melodía. Soy el que observa y no el observado. Shiva y Tonatiuh son el uno.
viernes, 4 de mayo de 2018
Unos tragos de cerveza tibia que es noche de blues, amigos.
Serpientes de lluvia se enredan en los brazos bajo el suéter
y amoratan la piel.
Lo que nos congrega no es la tristeza si no algo más antiguo;
un misterio desconocido que pesa como si trajéramos cargando
tres almas cada quien, cada cual, cada uno.
Por eso nuestro canto es lerdo y lentas las palmadas: somos la trinidad
del blues encarnada.
Somos lejanamente ancestrales cuando en el pozo de la noche
miramos nuestro reflejo estelar, cósmico.
Intuimos esta música por ser humanos, por ser tribales; nuestras
almas, sabemos, se funden al todo cuando danzamos, cuando las
gargantas cantan hasta el aullido seminal, primigenio.
No somos distintos a esos gitanos cuyos corazones se apuestan
en la mesa de las carnes y el ajenjo. Tampoco a los africanos
de nombres musulmanes que llegaron a ser emperadores y
Griots.
Pero la noche mexicana es nuestra en su profundidad más negra.
Noche de blues y lluvia, amigos.
JC.
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