viernes, 24 de junio de 2016

Poder y racismo.




                                          Carlos   Montemayor.

El primero, como el artilugio del poder para contaminar nominalmente las justas rebeldías de los pueblos del mundo contra la opresión, las tiranías y/o los invasores extranjeros; el segundo, como esa ideología tan negada y tabú, pero sempiterna en el discurso y la acción de la clase dominante, que se esgrime, en el caso de Chiapas, desde las primeras declaraciones gubernamentales que aducen que el levantamiento es obra de unos 200 individuos, en su mayoría monolingües, [que] han realizado actos de provocación y violencia en cuatro localidades del estado, que son San Cristóbal de Las Casas, Ocosingo, Altamirano y Las Margaritas. Montemayor sostenía que el racismo constituía una de las dimensiones mayores que englobaban el conflicto armado en Chiapas.

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