martes, 29 de enero de 2019

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Fue; se fue hasta el fondo del nocturno pozo

de las serpientes.

Con la ebriedad del dichoso plantó la espada.

Y se recostó en los filos de la vida ya oxidados

los dientes.

Salía humo de la corteza de su cara de mundo

chata de tanto viento golpeada.

Mostró  que pudo vivir de una sola inhalación

Cuando murió, exhaló cientos de poemas

de sus pulmones.

JC

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