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Fue; se fue hasta el fondo del nocturno pozo
de las serpientes.
Con la ebriedad del dichoso plantó la espada.
Y se recostó en los filos de la vida ya oxidados
los dientes.
Salía humo de la corteza de su cara de mundo
chata de tanto viento golpeada.
Mostró que pudo vivir de una sola inhalación
Cuando murió, exhaló cientos de poemas
de sus pulmones.
JC
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