lunes, 29 de junio de 2015

LA LOCURA

Enfrentar la muerte o la desparición de un ser querido es terriblemente doloroso.
Todos lo hemos sufrido en cientos de encarnaciones.
Conocemos ese dolor y todas sus vertientes y desenlaces,
pero lo hemos olvidado.
Vi morir a mis hijos en Nueva Delhi; el monzón acrecentó la corriente dep Río Sárasuati y se los llevó sin despedirnos.
Yo fallecí a los ochenta años al lado de mi mujer Indra.
Llevé conmigo ese trauma como una marca ardiente.

En la Segunda Guerra Mundial, mis padres, hermanos y tíos fueron asesinados por los nazis en un campo de concentración ubicado en Polonia; aún sufro esta pérdida en pesadillas que me hacen sentir una indescriptible desolación y tristeza.

Pero si somos Conciencia Divina ¿Cómo es que sufrimos lo que nunca ha sucedido?

                                                                      ¿Locura?

Este individuo limitado lleno de defectos, prejuicios, pecados y dominado por emociones insanas; con una mente contraída, sigue siendo Conciencia Divina, pero no cree que sea así: "No es lo suficientemente bueno para serlo", piensa inconscientemente. Este es la Anavamala (sentimiento de indignidad)

Creer es un acto de fe, de certidumbre.

Si el primer pensamiento que surge de nuestra mente (Manas) lo tomamos por cierto, lo convertimos en un acto de fe irrebatible por el simple hecho de haberlo pensado nosotros (Ego; y hacemos aguerridas Cruzadas, ejemplo: las religiones imperiales y territoriales) al convertirse en un acto de fe, deja de ser un acto de raciocinio (razón) esto significa que no DISCERNIMOS ENTRE UNA IDEA Y UN SENTIMIENTO DE FE: así operan ideológicamente todas las religiones basadas en el dualismo.

Si somos Conciencia Divina ¿Qué nos hace vivir estos dramas?

La ignorancia de Ser esa Conciencia es la causa.

"Soy lo que soy", es una verdad incomprensible para la mayoría pero optamos por elegir estar contraídos y apegados a estas estructuras de pensamientos e ideas rígidas, sin embargo: seguimos siendo la Conciencia Divina.

Es más, todos los caminos de la ciencia nos llevarán a la comprensión de la unicidad, tarde o temprano.

La idea de dualidad, diferenciación, separación, pecado, Dios, Diablo, Infierno solo es eso: una idea articulada para mantener la cordura en esta "realidad" que nos proporciona el estatus de ser controlados por alguien fuera de nosotros que no existe ¿es verdad? Esto podría explicar que hemos dejado de lado la búsqueda de nuestra luz.

Nuestros ancestros sabían de esta ilusión, de esta contracción y de esta locura.

El sabio Shankaracharya; las culturas orientales no dualistas; las culturas prehispánicas, el chamanismo Yaki, el Huichol, etc., las Nórdicas, Africanas, nos enseñan que somos Conciencia y no otra cosa.

Imaginemos una sala de cine con una enorme pantalla, mientras nosotros observamos una película: la nuestra...
Todos los pormenores de nuestra personalidad, nuestros problemas, angustias, dramas e inclusive, nuestros momentos dichosos, aparecen en esa pantalla.
Arriesguemos más: Imaginemos que observamos la vida de un alcohólico o la de un burócrata o la de un campesino, la de un político, etc.
Atestiguamos su nacimiento, su infancia, su adolescencia, su etapa madura, su vejez, y por último, su muerte.
Siempre fue la misma Conciencia Divina manifestándose como "este individuo": nosotros.

De locos ¿no?

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